martes, 18 de septiembre de 2012

El repositorio nacional clama auxilio con urgencia

Desde 1968 recibe las obras de todo el país. La casa donde está se cae.

Le pedimos ingresar a su oficina para entrevistarlo y, con una sonrisa, Rogelio Callisaya replica que no se puede porque no hay espacio. Es el encargado del Repositorio nacional, y no está bromeando. Los libros y publicaciones periódicas ganan día con día más lugar y los tres funcionarios deben acomodarse en lo que les dejan.
Inmueble inadecuado. La Casa Agramonte, donde está desde 1968 el centro de acopio de obras fonográficas, libros y periódicos de toda Bolivia, es una casona tipo palacete declarada monumento nacional y pertenece al estado desde 2002. Sin embargo, no es la edificación óptima para guardar y preservar ese trascendente archivo: la historia bibliográfica, periodística y musical del país. La construcción empezó a ser refaccionada en 1977 y hace tres lustros esos trabajos se detuvieron, por lo cual la planta alta prácticamente ha trocado en un depósito caótico y donde no se puede brindar servicios.
CULTURAs. El Ministerio de Culturas es el administrador del repositorio, pues tanto los salarios de los tres funcionarios —a Callisaya se suman Graciela Mita, licenciada en Bibliotecología, responsable de la parte de procesos técnicos, y Freddy Mita, asistente— como la papelería oficial con que trabajan son emitidos por la dirección general de asuntos administrativos de esa repartición gubernamental. “No tenemos un presupuesto fijo, o quizás lo tenemos, pero los funcionarios no sabemos de cuánto sea”, explica Callisaya, quien trabaja allí desde 1980 y tiene 55 años de edad.
URGENCIA. El inventario actual del repositorio está próximo a los 100.000 ejemplares. Se cuentan entre 60 y 65.000 títulos de libros y reciben la llegada regular de todos los periódicos a nivel nacional. Todo esto causa muchos conflictos con la parte de infraestructura, porque el peso del papel se va acumulando.El ministro Pablo Groux está tratando de ubicar otros ambientes donde se pueda trasladar esta institución. “Está en sus planes, pues él está preocupado por la situación que atravesamos y cómo trabajamos. Es consciente que se debe buscar otro edificio”, expone Callisaya.
La cantidad de peso que se le ha cargado al edificio ocasiona muchas rajaduras y grietas, que son evidentes desde que uno traspone el umbral de acceso, situado en la calle Junín 608, frente al Ministerio de Relaciones Exteriores. El encargado del repositorio desconoce cuánto será el peso acumulado, mas sí está convencido que daña la estructura del inmueble. “Una caja pequeña con libros llega a pesar como 30 kilos. En periódicos hay otra inconmensurable cantidad de peso”.
A volar paloma. Los ratones, para fortuna del depósito que acumula miles de hojas de papel, no han aparecido o no fueron descubiertos aún. Pero las enemigas a doblegar son las palomas. “Hay ambientes sin tumbado donde las palomas hicieron sus nidos en grandes cantidades y nos traen problemas. Para cuidar los libros lo que hacemos es encajonarlos y embolsarlos”. Asimismo, deben realizar constantes limpiezas de los ambientes, para evitar que se acumule el excremento de las aves que la gente alimenta y aprecia a diario en la aledaña plaza Murillo. La humedad no se ha presentado porque los depósitos están en el segundo piso, aunque la cercana época de lluvias podría dejar algún inconveniente porque hay sectores sin concluir arreglos en el techado.
FUTURO INCIERTO. En 2010 se hizo un taller sobre depósito legal, donde se definió que el repositorio pasaría a la tuición de la Fundación Banco Central de Bolivia (FBCB), algo que no se concreta aún. “Igual hay que dar las condiciones de trabajo, conseguir la infraestructura y contratar más personal porque tres no somos suficientes”. ¿Qué pasará cuando Rogelio Callisaya se retire? Tanto él como Graciela Mita están a punto de jubilarse. Alguna vez mencionaron a sus jefes que se debería preparar a gente para tomar la posta, pero tampoco se dio ese recambio. “Esperemos que las autoridades tomen conciencia de quién se hará cargo cuando yo me jubile”, concluye con mirada triste el Quijote de este descuidado repositorio.

“Deberíamos tener salas de lectura, atender a investigadores y estudiosos de la bibliografía boliviana, pero no podemos por falta de espacio”.

Rogelio Callisaya / ENCARGADO

44 años tiene el repositorio. En ese tiempo se acumuló cerca de 100.000 libros y miles de periódicos, así como decenas
de discos.

1997 es el año en que se detuvieron los trabajos de refacción en la casa, que desde 2002 es monumento nacional y nunca
se los volvió a reiniciar.

algunos datos
de interés

HISTORIA: El Repositorio nacional fue creado en 1968, durante la presidencia de René Barrientos, mediante el Decreto Supremo 8228.

OBJETIVO: Guardar y preservar la producción intelectual del país, al recibir de forma obligatoria cinco ejemplares de toda publicación.

dEPÓSITO: Los cinco ejemplares que deja un autor, editor o impresor le sirven para obtener su número de Depósito legal.

DISTRIBUCIÓN: Dos ejemplares quedan en el repositorio, dos son enviados a la Biblioteca nacional en Sucre y uno donado a bibliotecas del estado, según la temática

DONACIÓN: El ejemplar cedido puede ir a una biblioteca universitaria o a las de municipios. A la fecha sólo Tarija y Trinidad, en las ciudades capitales, no recibieron estos textos.
Ambientes: En la planta baja del inmueble que ocupa el repositorio se sitúa una biblioteca de consulta escolar, donde también se pueden leer los periódicos del día.
Inquilinos: Algunas personas particulares tienen su vivienda o negocios en esta planta. Asimismo, hay tiendas en el frontis de la Ingavi.


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